miércoles, octubre 11, 2006

Mujeres no contadas y los retos para el movimiento de mujeres

El miércoles 11 de octubre del 2006 estuvo en Cali, invitada por la Escuela Política de Mujeres Pazificas y la Fundación MAVI, Luz Maria Londoño, investigadora de la universidad de Antioquia quien se ha dado a la tarea de registrar los archivos de silencio de las mujeres excombatientes colombianas.

Procesos de desmovilización y retorno a la vida civil de mujeres excombatientes en Colombia de 1990 al 2003, para evidenciar “que la historia del transito de las combatientes colombianas de las armas a la vida civil está hecha de silencios, debido a que la guerra es vista como un campo de acción masculino por excelencia, y la historia de las mujeres no ha sido contada ni en cifras ni en palabras”. Como una forma de recuperar el olvido e incorporar las voces de las excombatientes colombianas a la historia del país, Luz Maria aborda las dificultades y los retos, que han debido enfrentar estas mujeres es su paso de guerreras a excombatientes.

Nos reunimos cerca de cuarenta mujeres en la Biblioteca Departamental y vimos el documental que realizó el grupo investigador y una especie de silencio sordo se fue apoderando de cada una de nosotras, imágenes inéditas fueron apareciendo, voces nunca oídas fueron descubriendo sus procesos, cientos de preguntas se agolparon frente a esa realidad.

Para el movimiento de mujeres la investigación y el video que presento Luz Maria Londoño plantea varios retos:

- Qué hacer con las mujeres guerreras? Con las que se desmovilizan, ahora de los grupos paramilitares? Cómo pedirles reparación? Cómo responder a sus necesidades? Desde dónde incorporarlas como sujetas de paz? Cuales son la lecciones aprendidas? Cómo no repetir errores de procesos de desmovilización como los centroamericanos?

En fin, muchas preguntas para nosotras que continuamos en Escuela permanente.
Grupos de Mujeres de Cali,
OCTUBRE, 2007

Cuando el comer se vuelve una enfermedad

VIVIR UN DIA A LA VEZ
Por Gloria Velasco G.


Compartir experiencias, fortalezas y esperanzas es el objetivo común que lleva a que cada lunes, miércoles y viernes se reúnan en el norte de la ciudad de Cali una serie de personas aquejadas por un problema, que ellos denominan incurable: comer compulsivamente.

L@s integrantes de “Comedores Compulsivos anónimos” reconocen que comer de la forma que ell@s lo hacen es una enfermedad progresiva que si no se detiene a tiempo tiene graves incidencias sobre su salud física y mental.

Basta citar cifras de la Organización Mundial de la salud: el 52% de las causas de muerte se deben a enfermedades no transmisibles, entre ellas la obesidad, el tabaquismo y el sedentarismo. Si bien tod@s l@s comedores compulsivos no son obes@s si registran niveles de sobrepeso que los han llevado a ensayar todas las dietas, tratamientos, cirugías que cada dia se ofertan mas y mas en el mercado.

Puede decirse que tras haberlo ensayado todo su último recurso ha sido vencer la resistencia y asistir al grupo de Comedores Compulsivos, que en Cali lleva cerca de seis años, donde han encontrado toda la comprensión y apoyo que necesitan para vencer su enfermedad. El primer paso fue, como sucede en alcohólicos anónimos, el reconocerse como tal, ser sincer@ consigo mism@ y estar dispuesto a restablecerse.


Los hombres y las mujeres que pertenecen a esta asociación buscan acabar numerosos mitos, entre ellos el que dice que solo las personas con sobrepeso padecen esta enfermedad, también las personas delgadas comen convulsivamente.

Definen la compulsión como “el impulso o sentimiento de ser atraído irresistiblemente a llevar a cabo un acto irracional. Por lo tanto no es solo la cantidad que comemos lo que nos convierte en comedores compulsivos sino el modo como tratamos de controlar la comida. Algunas personas que comen compulsivamente comen en secreto, comen lo que otras dejan, mientras otras hacen público su manera de comer. Algunas personas se atragantan y purgan, mientras otras alternan entre comer compulsivamente y aguantar hambre”. Pero para ell@s es claro que solo cada un@ puede decir si para el o ella la comida se ha convertido en un problema incontrolable.

Vale la pena aclarar que. al igual que el alcoholismo esta enfermedad no tiene distingos de sexo, raza, religión o condición social y que tiene raíces muy profundas en la psiquis de cada persona y por tanto se manifiesta de diferentes maneras en cada una.

Las personas integrantes de Comedores compulsivos anónimos también aclaran que quien llega al grupo no va a encontrar allí la dieta perfecta para perder peso. Cada cual va a encontrar un programa de doce pasos que les enseña las bases para vivir un día a la vez, para parar la manera compulsiva de comer y desarrollar un saludable plan de comidas de acuerdo a las necesidades físicas de cada cual, no de acuerdo a sus emociones.

Este programa es sencillo pero no es fácil. Para recuperarse de una de las adicciones más desconcertantes, desgraciadas y compulsivas se requiere del esfuerzo diligente de cada persona. La honradez consigo mismo, la mente abierta y el estar dispuesto, son las llaves que abren la puerta a la recuperación.

Cali, Octubre 2006

lunes, octubre 09, 2006

Encuentro negro se toma el espacio del Chontaduro

Por: Vicenta Moreno.

La Casa Cultural “El Chontaduro” iluminó su recinto el pasado 30 de septiembre cuando 5 Ong, con el pretexto de celebrar el aniversario de la Ley 70, decidieron poner en común su negro pensar. Cautivaron a 100 personas entre jóvenes y adultos durante 3 horas sin parar; había allí gentes de diferentes barrios de la ciudad, en su mayoría del distrito de Aguablanca: constructores, vendedores ambulantes, trabajadoras del hogar, estudiantes, universitarios, artistas y hasta una monja y un sacerdote.

La función empezó a las 6:00 p.m., media hora después de que los "cautivos" iluminarán el recinto para charlar, tomar tinto, reconocerse y reencontrarse. Una voz de mujer interrumpió el corrinche leyendo una pancarta que decía: “Oralidad y Resistencia del Pacífico” e inmediatamente un apagón de luces oscureció completamente el lugar. Según los organizadores, éste es un símbolo de su cultura expandida en los últimos rincones del país donde se encuentran hasta en las noches más oscuras para contar sus historias, elevar sus voces con su cantar y hacerse cómplices de la noche a la luz de antorchas, de velas o mechones.

Después del apagón, un silencio inundó el espacio durante 5 minutos. Sólo se podían percibir las miradas que destilaban luces de esperanza como 200 luceros en medio de la noche y las sonrisas picarescas, como anunciando el devenir.

Y luego del silencio una luz de vela acompañaba un pensamiento que decía:

“Hoy cuando las luces cibernéticas de la ciudad encandelillan mis ojos,
dejaré que broten las historias de mi gente,
escritas sobre mi piel y en las entrañas de la tierra,
las raíces de los árboles,
en el agua del mar y de los ríos,
el eco del viento,
la piel, en los animales,
en las piedras,
en la arena,
en el universo.

Y por encima del estallido de la guerra, dejaré salir mis entrañas
las voces de los abuelos, las abuelas, bisabuelos, tataraabuelos,
de los vivos y de los muertos, de las sabias y los sabios,
brujas, curanderos, hechiceros, hablaremos largo rato
les contaré lo nuevo, haremos jugos de voces con arrullos, alabaos, jugas y currulaos,
entonados de tal forma que se escuchen en todo el mundo y se unan con otros cantos y otras historias capaces de silenciar la Guerra.

En medio de la oscuridad, empezaron a encenderse 50 velas acompañadas de negros pensamientos, sentires y saberes de los cautivos.

Aunque tod@s querían seguir por más tiempo el ritual del fuego, hubo que interrumpir para escuchar a Cristina Moreno, quien venía de Bogotá, y a Santiago Arboleda, de la Universidad del Pacífico; dos personas inquietas e investigadores de la narración oral afrodescendientes invitadas a compartir con los y las allí presentes sus sentires y saberes.

Compartieron conceptos nuevos, aclararon confusiones, dejaron muchas dudas, pero, sobre todo, dieron mucho ánimo a la gente para llevar con orgullo a la luz del día sus negruras, y para seguir chismoseando y llamándose familia donde quiera que se encuentren.

La cosa no terminó allí; después de la conversa de Santiago, de Cristina y de la gente que intervino, vinieron los alabaos, las décimas y los cuentos y el baile del currulao que se fueron desenvolviendo al sabor del café y el chontaduro humeante y fresquecito que ofrecieron.

Así concluyó el encuentro y los asistentes recalcaban: “cuando vayan a hacer una cosa de estas me avisan que aquí estoy en primera fila”.

Las 5 ong cautivadoras de personas amenazan con seguir oscureciendo otros espacios de la ciudad como una propuesta alternativa para acabar con el pas,pas,pas,pas... y fortalecer los símbolos de Paz.

Esta es una muestra de que las organizaciones afro-urbanas están buscando, en medio de la globalización, estrategias de resistencia que les permita organizarse con sus propios valores.

Cali, Octubre de 2006

viernes, octubre 06, 2006

Selva de cemento y de fieras salvajes...o

...O CALLE DE VIDA Y RONDA DE LA CONVIVENCIA

Por Gersaín Díaz Osorio

Que “la paz es el camino”, como se le atribuye a una frase del líder espiritual Gandhi queda demostrado, en una de las calles más temidas por su reconocido nivel de delincuencia y peligrosidad en la ciudad de Cali. Se trata de la Calle del Crack en el barrio Eduardo Santos de la comuna 12.

En esta calle famosa por los numerosos sitios destinados a la venta y consumo de sustancias psicoactivas, y ocupada habitualmente por adictos en su mayoría adolescentes desde los doce y trece años, hasta adultos, escurridizos delincuentes callejeros expertos en evadir a las patrullas de la policía que tímidamente hacen sorpresivos recorridos por el lugar y sus alrededores, tuvo lugar el viernes 20 de septiembre un hecho que nadie, 24 horas antes, se hubiera atrevido a imaginar.

“La Calle de Vida y Ronda de la Convivencia”. Ese es el nombre que los profesionales de la Fundación CONTINUAR encargada de desarrollar el Proyecto Distrito de Paz No 2, le ha dado a la actividad.

Una tarima ubicada en el punto principal de las cuatro o cinco cuadras que configuran la calle del Crack, que desde las cuatro de la tarde sorprendió a los vecinos con el ritmo de la salsa, y el pegajoso sabor del hip hop, el rap y el reggae, bastante apetecidos en el lugar, donde la mayoría de la población es afrodescendiente, comenzó por convocar a los niños que a los 20 minutos ya saltaban en la tarima descalzos, descamisados, barrigones, desnutridos, descaradamente alegres celebrando la fiesta de la vida; ellos que todo lo celebran, a pesar de las acumuladas hambres y las concentradas pobrezas, ellos que todo lo celebran por el puro goce de celebrar.

Una hora después, cuando a las seis de la tarde se presentó el primer grupo artístico, la tarima quedó completamente rodeada por niños, adolescentes, jóvenes y adultos de ambos sexos que aplaudían cada presentación.

Así transcurrieron cuatro horas sin que al parecer, nadie se acordara de que estaban en la famosa calle del Crack. Esta, que habitualmente es “selva de cemento y de fieras salvajes” se convirtió por cinco horas fugaces, inolvidables quizás para algunos habitantes del lugar, en “Calle de Vida y Ronda de la Convivencia.

La tarima fue aprovechada como vitrina por los raperos del lugar que, sintonizados por un cigarrillo de marihuana, pronto saltaron para mostrarse ante sus vecinos y disfrutar el inefable delirio de sus aplausos, entonando sus melodías como las llaman ellos, con temas que siempre versan sobre historias violentas de pillos, bacanes, pandillas, capos, jíbaros, matones y vividores con final infeliz.

La actividad fue organizada por Julián Serna, profesional de la fundación Continuar, con la ayuda de algunos vecinos del lugar, miembros de las juntas de acción comunal y con integrantes del Comité de Convivencia de la Comuna 12 de Santiago de Cali.

APUNTES PARA PENSAR LOS ACUERDOS HUMANITARIOS DESDE OPTICAS NO PATRIARCALES

Por Norma Lucía Bermúdez

A este texto lo llamo apuntes por el nivel de provocación, inspiración y dificultad de pensar de manera no patriarcal el tema de los acuerdos humanitarios.

También porque lo que aquí presentaré es realmente un trabajo de artesanía: A la manera de las queridas colchas de retazos con las que nuestras abuelas resistieron a las dificultades económicas, he compuesto un escrito con las palabras y las ideas de muchas mujeres que desde su saber académico, desde su activismo a favor de la equidad, desde su inmensa preocupación por la crisis humanitaria, desde su sobrevivencia a las catástrofes que pasan a diario en el país, han ido aportando colores, texturas y pedazos a esta posibilidad que hoy quiero compartir con ustedes.
El reto que plantea esta ágora de mujeres es develar y trascender nada más y nada menos que la lógica patriarcal.

La lógica patriarcal se ha instalado como una manera única de conocer y hablar de la vida. Una manera de estar en el mundo basada en la dominación, la humillación, la fuerza, la depredación, la negación de las diferencias, la discriminación con base en las diferencias. La lógica y el lenguaje patriarcal no sólo son utilizados y portados por hombres, sino por muchas de nosotras que en ocasiones somos también correas de transmisión de esta manera de ejercer el poder.

Pero sabemos que hay que inventar maneras no patriarcales de pensar, conocer y vivir. Lo sentimos, lo sabemos y lo recordamos a diario, porque el lenguaje patriarcal nos trae serias frustraciones, por ejemplo:


Cuando nosotras preguntamos y nombramos la vida, el dolor y la resistencia, el lenguaje patriarcal nos habla de seguridad, terrorismo, enemigos, criminales... y todos los términos que oímos todos los días repetir en los medios, en las reuniones de alto nivel, en el Congreso, en las Cortes y en fin, en los escenarios en los que se toman las decisiones sobre nuestras vidas y las de todo el país.
El lenguaje patriarcal es un lenguaje que construye el olvido.

Cada día nacen y mueren escándalos, espectáculos y versiones caricaturescas de lo que pasa con la vida de las personas en Colombia y en el mundo. Es un lenguaje que oculta la verdad, que niega la posibilidad de la complejidad, que simplifica todo desde una mirada bipolar, que divide al mundo en buenos y malos.

Es un lenguaje que tenemos que trascender porque no nos responde a nuestras preguntas, porque cuando preguntamos por la vida, cuando reclamamos por nuestro deseo de abrazar a nuestros seres queridos, de ver salir los dientes a nuestros hijos e hijas, de ir al entierro de nuestros padres y madres, cuando nos sintonizamos en el lenguaje de la vida y el dolor...
Nos responden con números de leyes y decretos que lo impiden.

Una de las claves favoritas del lenguaje patriarcal es hablar de leyes, acuerdos, tratados, protocolos, declaraciones, números de artículos, parágrafos y con perdón de las cristianas, también de versículos. Y aunque comprendemos perfectamente y sabemos de memoria algunos de esos números de leyes, acuerdos, derechos y decretos, seguimos con la sensación de que no son suficientes para responder a nuestro clamor de vida.

Hay muchas leyes, sí, pero nosotras seguimos preguntando por la justicia.
El lenguaje patriarcal y la historia de la justicia en el país, igualan justicia a venganza o a impunidad.
Nosotras conocemos las cifras de impunidad, sabemos del endurecimiento de las penas en los códigos, pero sabemos que esta no es tampoco la justicia que buscamos.

Sabemos que tenemos que inventarnos otras formas de justicia en las que haya verdad y reparación, opciones que construyan puentes, que reconstruyan confianzas, proyectos de vida digna.

El lenguaje patriarcal, que durante siglos se ha instalado como el Lenguaje, nos ha acostumbrado a la idea de hay una Historia, que ha sido hecha por Héroes, todos Hombres.

Pero nosotras sabemos que no hay un lenguaje sino lenguajes, que no hay una historia, sino historias y que están poco escritas en el papel, pero las tenemos plasmadas en la memoria y en el cuerpo.
Pregunto, o más bien afirmo, que todas tenemos una abuela o una madre a la que le hemos escuchado las historias de la violencia conservadora y liberal en Colombia.

Cuento otra de las historias, que nos regaló Corinne Kumar, una mujer de la que más adelante les hablaré más en detalle:

Es la historia de las mujeres Confort (50 años viviendo en silencio y en soledad el recuerdo de la esclavitud sexual a la que las sometió el ejército imperial japonés y sus recuentos, llenos de detalles y de dolor, como si hubieran vivido ayer esta tragedia) y la pongo de ejemplo de lo que llevamos las mujeres escrito como con un hierro candente durante toda la vida. La pregunta de las mujeres confort al movimiento de mujeres es por qué se demoraron tanto, dónde estaban durante 50 años en los cuales ellas morían de dolores físicos y del alma.

No es una historia tan lejana. A nuestras abuelas y madres les ha tocado solas sanar o no sanar jamás las heridas de la injusticia, la guerra y la barbarie. Sus historias no han sido jamás contadas en Colombia. Aún hoy, el dolor de las mujeres está oculto, o aparece como ligeros video-clips, que se confunden entre otras notas de deportes y farándula.

Por eso, hablo de la posibilidad y urgencia de juntarnos a reconstruir nuestras historias e inventar nuevos lenguajes para narrarnos y para aportar otra óptica que el mundo está necesitando. Y aunque no es tarea fácil, tampoco es tan difícil. Recientemente, tuvimos la fortuna, desde una de las organizaciones en las que participo, el Consenso de Mujeres del Barco de la Paz, de hacer una gira por el país, presentando la propuesta de hacer una Corte de Mujeres Colombianas Contra el Olvido y para la Reexistencia.

Las Cortes de Mujeres son experiencias que se han realizado en países de Asia, Africa y ahora también en Latinoamérica, para visibilizar la violencia en contra de las mujeres. Corine Kumar, quien pertenece a las organizaciones que han coordinado las anteriores Cortes en el mundo, viajó a varias ciudades de Colombia contando la experiencia e invitándonos a construir una Corte de Mujeres en Colombia.

Aunque las reuniones no lo pretendían, en todas ellas aparecieron las historias de las mujeres colombianas.

Las palabras Eulalia Yagarí indígena de Antioquia, que nos contó cómo los pueblos indígenas son los últimos que van quedando en las montañas de Colombia, cada vez más vacías por culpa de la guerra y los megaproyectos. Ella nos dice que su pueblo está quedando sin lágrimas de tanto llorar y sin voz de tanto gritar.

Nos cuenta cómo ven cada día morir a las personas a manos de los grupos armados y cómo la gente no muere nunca en silencio. Muere gritando, suplicando, dejando testimonio de que muere sin querer morir.

Las mujeres costeñas, sobrevivientes también de las masacres nos dicen con una sabiduría simple y una ironía magistral: Las masacres son como el carnaval de Barranquilla: sólo quien las vive, las siente.

Patricia, mujer habitante forzada de Cali, desplazada por la violencia, nos pide que además del despojo de la tierra, no contribuyamos a despojarlas también de su dignidad. Nos recuerda quién es la población desplazada: Gente trabajadora del campo, nos exige que no la tratemos como indigentes y nos reta, a las demás mujeres y a los y las funcionarias que hablamos con propiedad del tema del desplazamiento, a que hagamos la proeza cotidiana que ella hace de trabajar todo el día para que sus hijos no pierdan la dignidad y a pesar de todo, les enseña a amar este país que los ha desplazado y excluido.

Son miles las historias que nos demuestran, una y otra vez, que las miradas simplistas no son ya respuesta a lo que pasa en nuestras vidas. Que las historias son muchas y variadas, que están por escribirse, por tejerse, por encontrarse.

Que desde la marginalidad se han venido construyendo saberes, propuestas y lógicas diversas.
Pero a pesar de tanto saber acumulado, de tener tanto qué decir y aportar en todos los escenarios nacionales, la propuesta que hoy traemos no va en la lógica de conquistar, fortalecer ni legitimar al poder central.

La posición que traemos no habla de un acuerdo, sino de acuerdos entre la sociedad civil, entre las mujeres de diferentes experiencias, entre los movimientos alternativos.
Los acuerdos humanitarios que proponemos no van dirigidos principalmente a las guerrillas, los paramilitares, ni el gobierno.

Van dirigidos, como dicen Adalgiza y Clara Charria, a todas y todos los colombianos que jamás pensamos en la muerte como opción. Va dirigido a
tod@s aquellos que a pesar del miedo construyen vida, que ríen, que conocen el lenguaje de la música, a esos y esas que alguna vez han prometido no huir de si mism@s, a los desesperanzados, a los escépticos, quienes cuidan a otro ser.
Esta propuesta va dirigida a los niños y niñas, a esos a los que no les han secuestrado su infancia ni el terror ni el consumo de tiendas comerciales.


A los que reclaman la posibilidad de mirar a los otros como sus hermanos, a esos que les duele el hambre en las calles, a los huérfanos de dios, a los que esperan una condena, a los que creen a pie puntilla todo los que pasa en las canciones.Un acuerdo humanitario para nosotros mismos, los civiles desarmados, porque tenemos que preguntarnos los limites de nuestra propia humanidad.

¿Qué mueve nuestra indignación?
¿Hasta dónde consentimos que crezca la maldad?
¿Permitiremos que los furibundos sigan guiando nuestros pasos?
¿Qué esperamos para emprender el viaje hacia nuestra propia patria?¿Qué hacemos con nuestros asesinos? Con nuestros corruptos? Con tantos indolentes?¿Hasta dónde estamos dispuestos a perder nuestra frágil humanidad?¿Cuáles son nuestros límites?


Sí, es cierto que el intercambio de presos por secuestrados calme el dolor de mucha gente. Nosotras podemos acompañar esos esfuerzos y los intríngulis de una negociación que se da centímetro a centímetro. Pero no debemos olvidar que requerimos una negociación con generosidad y grandeza, que nunca olvide preguntarse por la felicidad, que ocurra en cada corazón, en cada comedor, en todos los territorios que hemos aprendido a nombrar.

Al mismo tiempo, desde nuestra propia historia como mujeres tenemos todo que aportar para sacar de la rutina y de los lugares comunes los espacios y los discursos que todos los bandos leen en los encuentros de negociación y que guardan para volver a sacar igualitos en la próxima ocasión.
Nosotras, por ejemplo, somos las únicas que podemos preguntarnos y proponer puntos concretos sobre la vida y la situación de las mujeres en las cárceles, de las mujeres que están en el monte, de las secuestradas, de las desplazadas. Somos las únicas que podemos imaginar que hay cosas que pasan en los cuerpos y las mentes de las personas que sufren estos dramas en el país. Tenemos todo que aportar, tenemos las ganas de ponernos de acuerdo, de rodear a las más tristes, de hacer pactos y acuerdos entre nosotras.

Ha habido ya ejemplos magníficos, como las alianzas entre las cinco iniciativas de mujeres, como la propia Constituyente Emancipatoria, ese pacto básico entre mujeres en torno a las ideas que tenemos para otra Colombia posible.

Nuestras propuestas, no tienen, ni deben tener, la imagen del poder central que emana hacia abajo y afuera: Son construidas desde abajo, desde adentro y desde la marginalidad. No hablan de la acumulación de fuerzas, parten de lo que somos: como dice Gloria Cuartas, una suma de soledades... y vulnerabilidades. Parten de los poderes que habitan lo pequeño, lo débil.

Son procesos en los que vamos llorando, vamos golpeadas, vamos indignadas, pero seguimos yendo.
Y en estos encuentros de tristezas y soledades, vamos fraguando las complicidades y las compañías, vamos, sin saber cómo, reencontrándonos con la alegría de saber que ustedes existen y eso basta para levantarnos de nuevo y con un abrazo solidario, reinventarnos la esperanza y la vida.

Cali, octubre 2006


lunes, octubre 02, 2006

Descubren remedio contra el suicidio en la Comuna 9 de Cali

Por Norma Lucía Bermúdez.

Un grupo de mujeres, participantes del proceso de capacitación en artes y oficios que ejecuta la Corporación Educativa ALFA en desarrollo de la estrategia de economía solidaria de la secretaría de Bienestar Social de la Alcaldía de Cali, hicieron desistir del suicidio a Lucy N., una de su compañeras, quien acosada por el desempleo y las deudas, decidió que la única salida era quitar la vida a sus dos pequeños hijos y la suya propia.

Lucy, quien se desempeñó durante diez años en el Diario El País de esta ciudad, fue despedida hace más de un año, al cumplir los treinta y cinco de edad. Desde entonces, el drama del desempleo la ha ido acorralando y a pesar de su capacitación, sus únicos ingresos en todo este tiempo provienen de prestar sus servicios aseando casas y apartamentos. Sus deudas han ido creciendo y los cobros judiciales ya anuncian la pérdida de su conexión al teléfono y los servicios públicos, así como el embargo de su casa.

El día en que recibió esta última noticia no tenía dinero tampoco para comprar alimentos para ella y sus hijos, así que decidió que el primer dinero que obtuviera lo destinaría a comprar un veneno para acabar de una vez por todas con su sufrimiento y el de sus hijos.

Ese día no asistió al curso de capacitación en artes y oficios y tanto sus compañeras de estudio, mujeres habitantes de sectores populares de esta ciudad como las personas de la Corporación Educativa Alfa, quienes siempre la veían llegar al curso en compañía de su hijo y su hijita, decidieron averiguar por qué. Fue entonces cuando se dieron cuenta de su crisis y decidieron actuar.

Pronto se organizó una acción solidaria consistente en conseguirle una remesa, asesoría jurídica para negociar su deuda con el Municipio y actividades para colectar fondos y pagar las facturas de servicios públicos vencidas.

Aunque Lucy aún continua desempleada y adolorida por haber sido despedida o desechada por su edad, ahora sabe que no está sola en el mundo. “Nunca me imaginé que le importara tanto a alguien”.

Aunque es de pocas palabras, docentes y compañeras pueden ver el cambio en su semblante, que parece haber recobrado luz. “Es la luz de la esperanza que da la solidaridad”, afirma Edilma, una de las impulsoras de la colecta. Y agrega Luis Fernando su docente de proyecto de vida: “Son actos pequeños, que lo que hacen es recordar a las personas y sobre todo a las mujeres, su gran valor y su inmenso potencial de resistir al entorno adverso”

Octubre 2 de 2006